En la visión del carisma y la pedagógica salesianas el sujeto joven[1]
o la persona o el destinatario, constituye el centro de los desvelos del resto
de la comunidad educativa y, ello se inspira en “el espíritu y en la pedagogía
salesiana, nacidos del Sistema Preventivo vivido por Don Bosco en el Oratorio
de Valdocco.”[2]
En este horizonte, la Universidad hace “una opción prioritaria por los
jóvenes, sobre todo, los de las clases populares”[3]. Parafraseando a Jon Sobrino, el/la
joven empobrecido-a constituye el lugar teológico de la propuesta
educativa salesiana, sin embargo, en la UPS no todos los destinatarios son
jóvenes ni tampoco empobrecidos, por lo que, de aquí en adelante, en mi
reflexión, sólo me referiré a <<destinatarios>> o a
<<estudiantes>>, sea cual fuere la condición etaria de aquéllos.
Teniendo como clave de lectura la experiencia educativa de Don Bosco, la
misma que se sintetiza –o simplifica
demasiado (el comentario es mío)– en
el llamado Sistema Preventivo, la UPS considera a sus destinatarios como el
rostro de Dios que se hace manifiesto a la comunidad educativa para ser educado
integralmente, les ofrece un clima de familia donde prevalecen los principios
de religión, razón y amor (amorevolezza).[4]
El sistema preventivo, antes que un método, es una
experiencia de caridad pastoral que nos dispone a acoger a Dios en los
estudiantes, convencidos de que en ellos Dios ofrece la gracia de encontrarnos
con Él, y nos llama al servicio en ellos, reconociendo su dignidad, renovando
la confianza en sus recursos de bien y educándoles para que lleguen a la
plenitud de vida.[5]
Desde este horizonte, sin rayar en el antropocentrismo que de por sí es
negativo, sino más bien haciendo énfasis en la <<solicitud por el
otro>>, sin los destinatarios no existe ni el carisma ni la
misión de Don Bosco, así entonces, la Universidad es y debe ser radicalmente
mediación de la misión de Don Bosco. Y la misión de Don Bosco, lo dice él
mismo, son “los jóvenes pobres,
abandonados y en peligro.”[6] Aquellos son, entre algunos adultos,
los jóvenes que hoy se encuentran también en nuestros espacios universitarios.
Pero más allá de los jóvenes e incluyendo directa o indirectamente, sobre
todo a los jóvenes “pobres, abandonados y
en peligro”, los destinarios de la UPS son tantos sujetos que sufren, de
uno u otro modo, nuevos peligros, nuevos abandonos y nuevas pobrezas, lo cual
hace que la propuesta de educación superior salesiana esté centrada en el
destinatario cuanto respuesta liberadora y dignificante del sujeto.
Si en la propuesta educativa salesiana el destinatario constituye el
centro, la UPS y su comunidad académica han de esforzarse por conocerlo
cercanamente con el fin de acompañarlo
con excelencia académica en la construcción de sus necesidades, sueños y
esperanzas. Este desafío conlleva a que
se esboce una antropológica tanto del docente como del destinatario de la
institución, una cuestión que trataré de desarrollar en lo que sigue de mi
reflexión.
[1] La categoría joven puede comprender desde diferentes ángulos, así: como
condición biológica, como rasgo psicológico y como estado vital de ánimo del sujeto.
Desde ésta perspectiva última, todo el que tenga cualidades como la
alegría, el entusiasmo y la jovialidad, tiene un espíritu joven.
[2]
DIRECCIÓN GENERAL CONGREGACIÓN SALESIANA-ROMA, o. c., p. 13.
[3]
Ibid.
[4]
Ibid.
[6] PERAZA
FERNANDO (Edtr.), Memorias del Oratorio
de San Francisco de Sales por San Juan Bosco (edición crítica), CSR, Quito
2001, Núms. 44 y 65.
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