4. Desafíos para la Universidad ecuatoriana

En este contexto de la Universidad Latinoamericana, quiero también hacer una breve reflexión sobre la Universidad ecuatoriana.  Para referencia contextual, en lo que más tarde, con las luchas de la independencia, sería Ecuador, la Orden de los Agustinos fundó la primera Universidad de Quito, la de San Fulgencio, en 1586; en 1622 se fundó la Universidad de San Gregorio a cargo de los jesuitas; en 1786 surge la Universidad de Santo Tomás de Aquino a cargo de los Dominicos; en 1826 se estableció la Universidad Central[33] y, en 1946 la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.

Actualmente, según el CONEA, en el país existen 71 universidades[34].  Éstas han crecido en número, sobre todo, a partir de los 80s y, una de la causas para este crecimiento constituye el valor económico que ha cobrado el conocimiento para el sistema capitalista neoliberal, el cual propugna voraces procesos de competitividad.[35]

En este contexto de “competencias”, al que nos arrastra el sistema, me hago las siguientes preguntas:  ¿cuáles son los rostros de nuestra Universidad?  ¿Acaso no coexisten también en el Ecuador la Universidad Aristocrática, la Liberal-reformista y la Desarrollista? ¿Qué visión de hombre están plasmando las 71 universidades que están presentes en el Ecuador?

La Universidad ecuatoriana, a pesar de todo lo que ha representado y representa positivamente en la cultura y el desarrollo del país, nos debe a los ecuatorianos, y cuéntese como desafíos, entre otras cosas:

Ø  una investigación que nos devele las verdaderas causas del creciente y sistemático  empobrecimiento y exclusión de las “clases” populares, trabajadoras, indígenas, afrolatinas y mestizas.

Ø  una explicación de su postura política silente frente a los gobiernos corruptos y negantes de los derechos humanos.

Ø  una co-operación clara y directa en un proyecto de un <<país otro>> donde la justicia sea el dínamo de la política y la economía internas.

Ø  la Universidad ecuatoriana está desafiada a ser social y ecológicamente responsable; a promover una sociedad equitativa; a jugarse su identidad en los procesos de construcción de país haciendo posible el reconocimiento y la inclusión de los diferentes; a generar investigación y propuestas científicas a favor de la Vida. 

Ø  En este contexto, la docencia universitaria también está desafiada no sólo a ser expertos en las ciencias y sus aplicaciones que tendría que ser radicalmente a favor de la Vida, sobre todo de los empobrecidos y excluidos sino, también a generar investigación desde los reales problemas sociales con el fin de romper con las estructuras negantes de la Vida y hacer posible una sociedad más justa.


En las últimas décadas, la Universidad ecuatoriana ha sido, por un lado,  muy eficiente para promocionar-producir profesionales que luego han sido desempleados y, por otro lado, muy débil para desenmascarar, a través de la investigación científica, las verdaderas causas de las plurales y consecutivas crisis del país así como del empobrecimiento sistemático de las clases populares, afrolatinas e indígenas.  Esta crítica no significa que la Universidad no haya hecho investigación científica, en absoluto, ella ha hecho investigación  en cantidad y en calidad pero en orden al desarrollo del sistema capitalista que enriquece a unos pocos y empobrece a las masas.  Es decir sus proyectos de investigación no abordan las verdaderas necesidades de los empobrecidos y excluidos así como tampoco se co-responden con un proyecto-país que no existe.[36]

La Universidad ecuatoriana también está en crisis, si no, no se entiende el por qué, actualmente al Estado le interesa la acreditación de las universidades.  Ciertamente existen razones para pensar la crisis universitaria, así:

la universidad no prepara los recursos humanos requeridos por el desarrollo nacional; en que quienes obtienen un título no están preparados para el ejercicio de sus profesiones… en que la investigación científica carece de importancia, no tiene quién lo haga o le falta calidad y seriedad; en su limitada vinculación con la problemática social y popular y en que el pensamiento y la opinión de la universidad no cuentan en el debate nacional.[37]

Se trata de una crisis de la cual aún no ha salido, es una “crisis de la universidad, sin cuya solución no podrán superarse los obstáculos económicos, sociales, culturales y políticos que actualmente traban el desarrollo del Ecuador.”[38]

Bien sé que no es justo generalizar y no es ético pensar que todas la Universidad sean iguales, cada cual es cada cual, sin embargo, la realidad habla con contundencia:  el país está lleno de Universidades, de profesionales sin trabajo y, el país no tiene aún una salida a su crisis económica y política, crisis que no es de ahora sino de siempre.

Ciertamente no vamos a echar toda la culpa a la Universidad porque ella es apenas una parte de las instituciones mediadoras del equilibrio de la sociedad, pero no olvidemos que es la parte más privilegiada para promover y llevar a cabo estos desafíos y de manera científica. 

No es coincidencial que desde la educación se puede apuntar a la humanización del ser humano, a la búsqueda de un desarrollo integral de los pueblos y a la construcción de la verdad y de la justicia y, en ello la Universidad lo tendría que hacer con calidad y científicamente, pero me temo que estoy pensando utópicamente cuando es evidente que en

 nuestro país la educación, con algunas excepciones en los diferentes niveles e instituciones educativas, se ha devaluado.

Si todas las universidades estuviesen, desde la vinculación social, la docencia y la investigación, comprometidas ética y políticamente, .histórica y socialmente con la construcción de una sociedad más equitativa, justa y solidaria, el presente y el futuro del Ecuador sería otro. 

Pero como he dicho que no es justo ni ético generalizar, las contadas Universidades que realmente están comprometidas ética y políticamente con el pueblo, están llamadas a seguir abriendo brechas y generando propuestas incluyentes y co-operativas de cambio; están convocadas a integrarse para potenciar y a hacer extensivos e intensivos programas de reflexión así como proyectos investigativos conjuntos surgidos desde las reales necesidades del país, sin perder el horizonte regional ni planetario.

Desde esta panorámica esbozada, sencillamente, el Ecuador necesita una Universidad <<Otra>> y, para parir una Universidad <<Otra>>, comprometida con la ciencia, con la cultura, con la justicia y con la vida, no se requiere necesariamente, aunque en caso extremo sí, de la intervención de un Estado que a través de una ley centralista trate de negar la autonomía universitaria, se necesita de un corpus docente “que tenga la valentía de recuperar… las dimensiones de auténtica sabiduría y de verdad, incluso metafísica”[39]; se requiere de científicos comprometidos con la verdad, con la justicia y con la Vida.

El país requiere de una Universidad diferente, una Universidad social y ecológicamente responsable, comprometida etho-políticamente desde los empobrecidos por un Ecuador diferente, donde la justicia sea praxis y teoría cotidianas y, ese desafío es tuyo y mío, nuestro.

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