Cada educador o educadora ha de ser un sujeto, como se sostiene,
<<animador-animadora>> de los destinatarios jóvenes o no jóvenes,
esto es, ha de asistir, acompañar y co-laborar con el estudiante universitario
para que se promueva a sí mismo desde sus potencialidades puestas a prueba en
contextos concretos como la ciencia, la investigación, el estudio, la política,
la economía y la cultura, en definitiva para que sea el mismo estudiante el
protagonista de sus propias iniciativas, sueños y proyectos a favor de la vida.
El educador/la educadora ha de ser <<maestro-a>> que enseña con
la vida, es decir, ha de ser ejemplo de vida y, ello es un desafío para que
cada quien como educador se confronte consigo mismo y se disponga a estar no
sólo a la altura de la disciplina de la cual es experto-conocedor, sino que más
allá todavía, procure estar a la altura de los destinatarios para poder
acompañarlos con calidad académica y calidez familiar a los plurales y
diferentes estudiantes destinatarios, esto es, estar el docente a la altura de
los tiempos. Estar a la altura de los
tiempos en Ortega y Gasset significa estar ubicado con inteligencia y
creatividad en el preciso espacio-tiempo, en pocas palabras, significa estar
contextualizado.
Parafraseando a E. Viganó, los educadores/ las educadoras salesianos han de
estar en la capacidad de establecer ese diálogo entre “Don Bosco y los tiempos”
en medio de los destinatarios, desde los destinatarios y con los destinatarios,
desde el diálogo y el encuentro cotidiano en el que median también y, no
exclusivamente, las ciencias y las disciplinas.
En este contexto quiero precisar parte del sueño del ex-Rector de la UPS,
Luciano Bellini[1],
para quien la Universidad ha de ser <<otra>>, diferente, científicamente
salesiana:
Una Universidad donde los profesores amen el trabajo que realizan, donde no
se consideren los sabios, sino que se tranformen en animadores de los jóvenes
estudiantes. Que estimulen y hagan
apreciar el saber, de tal manera que la tarea de enseñanza-aprendizaje se
vuelva una acción agradable y no odiosa como lo es en muchas
circunstancias. Debe ser un experto en
el conocimiento del corazón del joven, sabiendo que nada impuesto es
aprovechado, sino todo debe ser fruto de la razón y la bondad.[2]
Y, más allá todavía, con el nuevo giro
pedagógico constructivista que la UPS presenta, en el contexto de los
nuevos tiempos y desafíos, el educador o el docente está desafiado a cambiar de
perspectiva: el docente no viene a enseñar sino a acompañar en el proceso de
aprendizaje del estudiante, viene a generar inquietud por el conocer y el saber
en el estudiante.
No quiero hablar de un perfil de educador-educadora, no, pero es
meridianamente claro que el educador de la Politécnica Salesiana no
es un educador como los demás; es
un sujeto, una persona modelo de vida para los destinatarios estudiantes; es un
sujeto abierto a la ciencia, a la investigación, a la justicia, a la paz y a la
vida; dispuesto a romper viejos esquemas y llegar al corazón y a los desafíos y
retos de los estudiantes; es un sujeto con una inteligencia
inter-pluri-disciplinar, flexible y dinámico que acompaña y anima a los
estudiantes a zambullirse en el mar de las ciencias y a partir de la
experiencia; es un sujeto jovial que abajándose a la vida y a los intereses de
los destinatarios les asiste en el proceso de aprendizaje, despertando en ellos
la erótica por la ciencia y la investigación.
Ahí entonces, de una forma condensada algunas de las características del
perfil del sujeto-educador/educadora de la Universidad Politécnica Salesiana.
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