No creo haber visto aportes sobre una antropológica del estudiante
universitario, sin embargo, me atrevo, antes que nada, a sostener que, por
antropológica del estudiante universitario comprendo, sencillamente, una
especie de semblanza sui generis del
sujeto que ha optado por ser partícipe de la propuesta educativa de una
Institución de estudios superiores.
En primera instancia, en la Universidad no todos, como he sostenido, son
jóvenes, de hecho quienes estudian en la Universidad la mayoría son jóvenes
pero también los hay adultos. En
circunstancias otras existen Universidades exclusivamente para adultos,
especialmente aquéllas Universidades de especializaciones. En segunda instancia debo sostener que no
todos, como diría Ortega y Gasset, vienen con una <<necesidad
auténtica>>[1]
de apropiarse del saber o mejor todavía de construir saber, más bien, la
mayoría se asoma a las ciencias y a los saberes ya construidos con el fin “in genere, de <<saber>>, de
instruirse”[2],
conocer algo más que le pueda servir para competir en el mundo de la
producción, para sobrevivir, así pues, no se puede, con el común de los
estudiantes, hacer posible investigaciones científicas o esperar de ellos el
devenir-se científicos.
Pero ¿qué es ser estudiante y
estudiar? Ser estudiante y, en ello
coincido con Ortega y Gasset, es ser un sujeto “a quien la vida le impone la
necesidad de estudiar las ciencias, de las cuales él no ha sentido inmediata,
auténtica necesidad.”[3] Estudiar viene a ser una necesidad mediada y
no auténtica, en el sentido de que el estudiante no estudia porque le interesa
la ciencia, sino que, al revés, le interesa estudiar porque en el sistema en el
que vivimos, se impone como necesidad, estudiar.
En este horizonte, “Estudiar y ser estudiante es siempre, y sobre todo hoy,
una necesidad inexorable del hombre.
Tiene éste, quiera o no, asimilarse el saber acumulado, so pena de
sucumbir individual o colectivamente.”[4]
Lo que acabo de asentir con Ortega y Gasset, es la tónica en general del
estudiante que llega a la Universidad y, quizá por eso dicho estudiante no trae
preguntas e inquietudes como parte de la erótica de la búsqueda del saber, sino
que se limita a instruirse, a <<saber>> lo que de alguna manera ya
está dado.
Sin embargo, en el contexto de aquella tónica no generalizable, existen
también, aunque pocos, estudiantes que en realidad vienen con una necesidad y,
por eso, interés por el saber y, son ellos los que de uno u otro modo rompen
con las categorías estudiante y estudiar.
Son los que traen muchas preguntas porque en realidad están ávidos de
saber y de conocer, ellos con su actitud y su acción son los que transforman la
ciencia y los saberes dando paso a nuevas construcciones y aplicaciones.
el menesteroso de una ciencia, el que siente la profunda necesidad de la
verdad se acercará cautelosos al saber ya hecho, lleno de suspicacia,
sometiéndolo a crítica; más bien con el prejuicio de que no es verdad lo que el
libro [o el autor o el científico o el profesor] sostiene; en suma, precisamente
porque necesita un saber con radical angustia pensará que no lo hay y procurará
deshacer el que se presenta como ya hecho.
Hombres así son los que constantemente corrigen, renuevan, recrean la
ciencia.[5]
En este contexto y, a partir de la metodología constructivista del
aprendizaje, el estudiante está también invitado a cambiar de perspectiva, se
espera que el sujeto llegue a plantear-se preguntas en lugar de escuchar
respuestas, que el sujeto sea el constructor de los nuevos planos del conocimiento
y del conocimiento mismo.
Aclarado esto, quiero sostener que los destinatarios de la Universidad,
cuanto individuos, grupos, sociedades y culturas han de ser, entonces,
comprendidos como plurales y diferentes, porque en realidad lo son. Asimismo, han de ser comprendidos en sus
propios contextos, puesto que cada contexto es como el espacio donde el sujeto
estira la raíz de su identidad misma.
Desde este horizonte, además de lo que he sostenido, el sujeto que hace una
opción por ser partícipe de la educación universitaria, como individuo y en
términos generales, tiende a manifestar actitudes como las que siguen:
Ø encontrarse en un trayecto concreto de la vida y, cuando digo vida me
refiero no sólo a la vida biológica, sino, sobre todo, a la vida como biográfica. Desde el horizonte biológico, los estudiantes
universitarios cuanto varones o mujeres u otra situación sexual, cada quien
está dispuesto a competir, a relacionarse a interactuar; asimismo, desde el
horizonte biográfico, cada quien es un universo diferente, sus vidas están
hechas de plurales constelaciones como la familiar, la social, la económica, la
política, la de sus relaciones con sus amigos así como también la de sus hobbies, sus sueños y sus esperanzas.
Ø saberse capaz de aportar, desde su identidad y sus capacidades, a la
construcción de una sociedad diferente.
Ø estar en una plural tensión, ya sea por
integrarse al mundo de la profesionalización así como también laboral, o
también por pertenecerse o integrarse a un grupo o sociedad donde pueda ser
reconocido.
Ø hallarse en una situación de inquietud tensa puesto que la sociedad le
presiona a ser lo que el sistema prefiere y, a la vez, de despertar también un
espíritu de resistencia frente a las imposiciones externas con tal de defender
con genialidad su propia identidad y su personalidad.
Ø saberse un sujeto con sentimientos, afectos, ideales, criterios,
conocimientos, saberes y pensamientos <<otros>> que no siempre son
comprendidos por los otros, entre los que se encuentran los mismos compañeros
de estudio y sus educadores.
Ø sentirse que lo poco o mucho que conoce, sabe o entiende, no puede
expresarlo porque le resulta difícil hacerlo en términos académicos, lo cual,
de otro modo, le hace verse también desafiado a estudiar y a conocer más.
Ø comprenderse como un sujeto capaz de cambiar las estructuras de injustica a
partir de sus estudios y de su profesión.
Ø saberse, esto por parte unos pocos, porque no se trata del común
denominador, que como estudiante universitario, no viene necesariamente a
aprender una profesión, sino que, por sobre todo, viene a desarrollar teorías
que le permitan comprender y transformar los fenómenos dignos de investigación.
Todo esto y mucho más es lo que significa ser estudiante universitario,
condición plural y compleja que ha de ser inteligenciada por los educadores
universitarios. En este contexto, el
docente que haga tabula rasa de la
situación concreta del estudiante tendrá desatinos y encontronazos que no sólo
rozarán en la cuestión académica sino que debilitarán la vocación del
estudiante universitario.
Desde la perspectiva expuesta y para los educadores de la UPS, les recuerdo
que los “jóvenes pobres, abandonados y en peligro” de la experiencia educativa
de Don Bosco, siguen siendo destinatarios de la UPS, puesto que cuando se habla
de pobres
no se refiere sólo a la pobreza económica que es muy importante y la más
evidente, sino también a las otras pobrezas como las afectivas, de relación, de
pensamiento, de saberes, de conocimiento, de comunicación, de espíritu, etc.;
cuando se habla de abandonados, además del abandono de los hijos por sus padres,
se refiere, sobre todo, al abandono por parte del Estado, de la sociedad, de
los educadores, de las instituciones, de la empresa, etc., y; cuando se habla
de en
peligro, se refiere a los plurales peligros como el de la droga, las
enfermedades mortales como el VIH, de ser negados y excluidos por parte del
sistema económico globalizado, de no encontrar el sentido de sus vidas, entre
otros tantos peligros.[6]
Así pues, hablar de una antropológica del estudiante universitario es
hablar de los diferentes sujetos que han hecho una opción por prepararse
universitariamente, donde cada quien se asoma a la ciencia y a la investigación
con sus propias y particulares identidades e intencionalidades, con sus sueños,
sus temores y sus esperanzas, con sus frustraciones y sus ilusiones, con sus
afectos encontrados y con sus mentes
siempre lúcidas, con su espíritu inquieto y su corazón amante. Hacia ellos-as es que estamos enviados los
educadores y, somos enviados para amarlos.
Esta caridad pastoral crea una relación educativa con
el estudiante, especialmente con el pobre, que es fruto de la convicción de que
toda vida aún la más pobre, problemática y precaria, lleva en sí misma, por la
presencia misteriosa del espíritu, la fuerza de la liberación y la semilla de
la felicidad.[7]
Desde este horizonte y, más allá, el desafío de educar estudiante
universitario, desafío que no sólo es de la Universidad sino también de la
sociedad humana en general, constituye un
verdadero reto que invita al docente a comprender al estudiante como un ser
único y complejo y, a descolgarse de
sus alturas de pensamiento, de saber y conocimiento para caminar junto con él
en la búsqueda de las verdades.
Quiero precisar que, el descolgarse
del educador universitario no puede significar mediocrización de la educación
universitaria o de la relación intersubjetiva, al contrario la educación ha de
ser categóricamente universitaria y la relación cualificadamente humanizante,
donde la actitud sea amigable, respetuosa a tal punto de ser compañeros de
camino por parte del educador en referencia al estudiante universitario. Los educadores/las educadoras han de hacer
posible lo que Don Bosco hizo con sus muchachos: “que al
estudiante no solamente se le diga que se le ama, sino que él se sienta amado”.
A partir de estas pistas de una antropológica del estudiante se puede
comprender con facilidad el por qué la UPS se ha de constituir en:
·
una opción
prioritaria por los jóvenes, pero más allá, por las gentes de las clases
populares;
·
una relación
integrada entre cultura, ciencia, técnica, educación y evangelización,
profesionalidad e integridad de vida (buenos cristianos y honrados ciudadanos);
·
una experiencia
comunitaria basada en la presencia, con espíritu de familia, de los profesores
y el personal de gestión entre, para y con los estudiantes;
·
un estilo académico y
educativo de relaciones basado en el afecto demostrado a los estudiantes y percibido
por ellos (“amorevolezza”).[8]
[2] Ibid., p. 103.
[3] Ibid.
[4] Ibid., p. 112.
[5] Ibid., p.
105.
[6] SOCIEDAD
DE SAN FRANCISCO DE SALES, XX Capítulo
General Especial Salesiano, S.L., Roma, 20 de diciembre de 1971, Núms.
45,46,47,48,49. Véase también,
“Situación de la juventud”, en: XXIII Capítulo General de la Sociedad de San
Francisco de Sales. Educar a los jóvenes
en la fe, CCS, Roma 1990, Núms. 46,47,48.
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